El baño de Cambridge

Ya tenía esa impresión con sólo haberla visto un rato antes. Me contó lo que sentía por él, hasta el último detalle. Cómo se conocieron hace diez años al sol y la manera en la que habían acabado compartiendo pasta de dientes, legañas y universidad desde hace ya nueve y medio. Estaba loca. Tenía hasta el regalo de Navidad pensado con más de medio año de antelación. Estaba totalmente enganchada a su aliento, y desde aquel cuatro de agosto del dos mil nueve en el que se conocieron, había raspado, firmado y sellado el típico corazón de adolescente (con ambos nombres en su interior, por supuesto) en todos los baños públicos visitados...Ahora la loca y enganchada soy yo, o al menos, eso me aseguró un baño de Cambridge.