No quieras parar de respirar
Cuando al respirar, el aire sabe a contaminación, no agrada, pero cuando esa contaminación es la de Londres, no quieras parar de respirar. La de Londres ahoga, pero lo hace llevándote al paseo del orgasmo. Y en su metro, la gente va adormilada ya a las seis de la tarde, casi noche para ellos. Bostezos de su fin de jornada, inicios de la tuya. Abre la ventana cuando sea de noche y respira, respira y córrete bajo el aire. Su Londres me mata. Su Londres me ahoga, y ya lo ha hecho durante dos jornadas. Espero que haya más, por dios. Hasta la próxima.
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