Guerra de guisantes
Cuando uno se acerca, se gira y retuerce la cabeza para mirar el proyector, vamos mal. Vamos mal cuando vemos los guisantes tras las mesas bostezando, dormitando, pensando en aceite y ajo, o, los menos, atendiendo. Si a ello le sumamos el guisante de la manada, el jefe de grupos de más de cincuenta personas, vamos peor. Pero cuando miras al fondo, piensas en una manzana perfumada, recordándola en tu mesa, y miras por la ventana hasta figurar y fantasear con la Torre del Oro, el ánimo llega, fundiendo con aceite extra virgen de oliva los guisantes, fundiéndolos hasta comértelos con nota de sobresaliente.Bienvenida a los seminarios. Hasta pronto,hemoglobina.
Hasta pronto, DKNY.
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