Surf
No se qué me pasa pero necesito escribir, mi mente no va más allá. Es como ese dibujo de Théo en el que sólo salen letras por su boca pero sin formar palabras, ¿entiendes?. Soy algo masoca escuchando esta música, pero es lo que me pide la cal, es lo que me piden las ganas, esperar tu billete a Strasbourg para hablar ruso por sus calles y francés por las mías, español en los mensajes y buen aire en el desaire. Enseñarte el cuaderno de las muñecas rusas y sorprenderte con uno de los idiomas más difíciles del mundo, el amor; la pasión. El comienzo de unos días contados en la época de verano aparecen antes del campo de trabajo, y se asoman en su después. Y yo, no sólo es que piense en ti, sino que te echo de menos también. Y el nudo continúa aun si recibo golpes en el Megane francés, y el ruido, el ruido se asoma aun si el dibujo desaparece para buscar un nuevo trazado. Y yo, sigo mirando la tarjeta francesa y sus mensajes recibidos...No sé dónde están los otros, no me preguntes, déjame desinhibirme, y no me molestes con esa música que quiero escuchar siempre menos ahora y después, no quiero pensar en el después español, quiero quedarme en el próximo fin de semana y recibir la tabla de surf en Strasbourg, que nos subamos a ella y te cuente mis heridas de guerra para que me las absorbas con tu diccionario ruso a la vuelta. Y luego, luego pasar por tu azotea y que el pulso me deje de temblar cuando reciba el hasta pronto a la hora de tu trabajo. No me dejes a la deriva, súbete a la tabla conmigo y enséñame tus vulgaridades.
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