Regada, está
Y mientras que ellos se sientan juntos, en el mismo banco, entre risas y bromas, ella, ella se sienta ahí, al otro lado, con su libro, con él y su ayuda para escapar de la realidad, zambuyéndola, sin ella saberlo, en un cuento aún más doloroso donde se habla del verdadero padre y de las falsas palabras, de la verdadera semilla y de las falsas caricias, de su historia. Y ella, entre confusiones y hélices, ve las pelotas de tenis pasar mientras el número noventa y nueve llega a Neustrie. Apaga la luz para desactivar la alarma del móvil, no vaya a ser que el bebé sentado a su derecha nazca con la misma mirada nublada que ella conoció un día, con una semilla completamente diferente a la que ella se merecía.
"Un homme qui n'avait jamais eu un mot gentil ou un geste tendre pour elle ne pouvait pas être son vrai père."
Y ella ya sabe que no hay historia paternal en su libro, y que con o sin esa semilla, la planta, regada está, que es lo importante.
Comentarios