El gancho del meñique
Y me cogías de la mano y te la llevabas sin saber por dónde, indiferente pero cercana, distante pero presente. Pasando de una calle a dos de más allá, rápido, fugaz, intenso, jodidamente efímero. Y lavando los slips y cuadrando la tapa de enchufes, con azúcar en la boca de éste, aquél, y la otra, bajando el nivel hasta tocar fondo metálico y olvidar las teclas del detergente y su suavizante. Suave suave. Y un meñique presentándose como un gancho que agarra y remata, de día y noche, de noche y día. En la almohada aparece, en la web humedece, en el reflejo de las autovías no se desvanece. Desde el principio, inconscientemente, ahora, conscientemente, pero tú no encuentras tus límites ni contestas a los míos. Que es algo precipitado, lo sé, pero es honrado. Y el musical sale y va, vía vía va iba, que viene y va, que me coge y se va, me va, me va, y me sube en espiral con sólo recordar.
Que no fueron ni veinticuatro horas, y ya quiero más.
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