Santos polos

No sabe por dónde anda, sólo a veces. A veces es la cabeza la que le da vueltas y la gira, de repente, cuando sus amigos lo aprecian y lo envidian, cuando ella no se ve más que la diferencia. Lo raro, lo indeseable. Y no le gusta, no le gusta que le sonrían y le digan la suerte que tiene, porque no la tiene, o al menos, así es como se siente. Cambia, cambia de repente, bipolaridad dicen unos, rareza dicen otros. Pero ella es un polo, que viene y va, pero que está, que es más madura de lo que muchos 'no-bipolares' lo son, ella llena más campos y sopas de letras que cualquiera de los que tú piensas, en el menor tiempo, marcando el récord del mundo y rodeando las plazas, adentrándose en el fondo, unas veces mal, otras, como volando, como el LSD o el MDMA afectan a los pájaros, pero, qué más da, ¡si hace volar!. Y se quita el sujetador, se deja llevar, cae al fondo del mar; y otras, está en el más allá, es como te lo estoy contando. Mentira. No me creas. Nadie lo sabe mejor que ella. Nadie le entiende. Porque no le gustan los diplomas, no le gusta dejar en manos de otra persona ajena a ella su vida, su tratamiento, su terapia, o su puta madre. Quiere ser una persona normal, joder. A lo que le respondo, y dime tú, qué es la normalidad, quién coño sabe qué es lo normal, y qué es lo raro, y lo que es más, quién coño es quién para definir una rareza o una banalidad. ¿Quién es quién?. ¿Quién crea las etiquetas?. Ahí está la clave, a la mierda las santas etiquetas, a la mierda los límites del siglo XX en psicología:

Cuando seas alguien, los pones.

Y tú, tú lo eres.

" Plus je consulte, plus j'y pense, moins je vis ", Merci à Mlle 'Cabaret'