La quinta foto del carrete negro

No sé, abro la puerta y mis ojos se van ahí, inconscientemente, a la foto número cinco. La mano, sobre el manillar, los pies, haciendo frente al marco de la puerta como si estuvieran dispuestos a enfrentarse a un n'importe quoi. Y los ojos oscuros escalan a la sexta, de la quinta, a la sexta, más reciente, más mayor, menos corte de pelo francés pero más espíritu de caravana con croissants. Y cruzo la puerta, salgo al pasillo, y llega la sonrisa, la sonrisa tonta, la soñadora, la pensativa, la imaginativa, la cachonda, la ambiciosa, la acompañada de una mente futura al precio de dos, tú, y yo. O mejor sin coma, hombre: tú y yo.