La llave que sobresale y pincha al gallo

Hay una nueva llave entre las cinco del antes. Y Carmen hablaba de una llave de castillos y yo seguía con mis batiburrillos. Entrábamos en casa y jugábamos a recordar los años del instituto donde el baño se reflejaba en los espejos. El otro día me dijeron que era compositora, y no se crean que la tecnología iba muy desencaminada. Fue ella la que esculpió el nombre y fue la ironía la que sonreiría. El cuarto cajón está lleno de cartulinas de colores con hojas de García Noblejas y fotografías mezcladas con toneladas de botes entre frisbees pegados a cámara de bicicleta que peta. Cintas adhesivas de color y protectores de calor para el culo de la olla, un boomerang y flecos para los palos chinos. Indago entre la música e intento que Bunbu me guste de una santa vez; mientras, me sueno los mocos y me duelen las regiones iliacas derecha e izquierda. Aparto todo estorbo de la mesa y desmonto el taller. Pongo los cuadros del edredón mirando al techo y me fumo las manualidades. Y dicen, dicen que un contrato no se puede cancelar.