Llámalo 'cuadro', engáñate

Un poco de asco, Verde. Sales por la nariz y te estampas en el papel para luego acabar en la papelera. Te callas y miras hacia otro lado buscando dónde meter la mano. Te colocas las gafas de pasta y miras de frente como los pobres caballos del sur para dar parte al comisario. Hablas de ‘agradables’ y compañías del año pasado que entierras con esa mano que busca ‘un no se qué’. Llegas a casa y cierras la puerta con fuerza intentando romper el cuadro donde has participado sin percibir ni sentir, borrando con la goma del lápiz el enigma del siglo que en realidad no eran más que dos operaciones matemáticas heráldicas. Enterrando recuerdos por miedo al qué dirán, te mudas de color y haces la metamorfosis aun si la época del año no acompaña, para luego no hablar de ello a quien tienes que hablar. Soltando la muda antes de entrar a la ducha y secándote con una toalla con tal fuerza que crees que ha desaparecido lo que sentiste, te inundas en la masa. Y triste, te engañaste. Y triste, soñaste. Y triste, te confundiste.

Cuando tu muda haya vuelto a ser la original, quizás ni por aquel entonces tendrás mi pincel, porque no eres ni siquiera un color primario, porque me decepcionaste con el cuadro. Y eso, no es arte, Verde, eso, no lo es. Mira que he intentado comprender tu pintura, pero no está a la altura.