La Noche de Los Teatros
El metro se confundió con la cerveza y la maceta con el verde. El color verde. Volver a salir y sentir que la música de al lado es más floja que cuando uno se acerca. Asomarse por la máquina de tabaco y buscar a Murcia por las paredes mientras gente viene y se va. Las escaleras, al baño; la puerta, sin cerrojo. Y me guiñas el ojo mientras las teclas se cuelan y los institutos se alteran. La hora, acompaña, y se cambia. A las dos, serán las tres. El acento te persigue y te gira hacia la barra para bajar la guardia. El pegamento llega al móvil y cuando me llaman, cambias la mirada. ¿Tienes novio?.
Y me guiñas el ojo. Y las teclas se revolotean desde enero del año pasado mientras el paciente de dieciocho meses te habla de mi día. La autonomía te complace y la complutense te siente. ¿Alcalá? Te pierde. Jugabas en el río y gritabas. Subías por la montaña de piedra en piedra y escalabas Madrid sin saber a qué ni por qué. El agua, fría, la sangría, sonreía. ¿Para mí? Tus teclas.
Ven, vamos a poner el cerrojo a esta puerta.
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Tortuguilla