No juegues con los números

Espera espera espera. ¿Esto cómo va? A ver, acciono el botón, sí, aquí. Ah no no, espera, a la derecha, ahí, ¿ahí no?, sí, para, eso, eso es. Va. ¡Listo!

Y ahora a la izquierda.

Miras por un objetivo y ves un enfoque, cambias de ojo, y tiras hacia el otro. Soltar palabras como puñaladas y plantarlas en la úlcera de la pierna derecha. Y ahora, a la izquierda. Derecha, izquierda, derecha, izquierda. ¡Eso es! ¡Vamos, chicos! Un brazo, el otro, un brazo, el otro. Uno uno, dos tres, uno uno, dos, tres. ¡Frank! ¡sube la música coño!. ¿Qué hoy es lunes dices? Me da igual, sube la música, hoy tiro a izquierdas. Domingo, llega. ¿Qué hoy es domingo dices? Hoy, tiro a derechas, entonces, si es domingo, tiro a derechas. Venga va. ¿Cómo?¿que por qué? Pues porque me da la gana. El grado sube y el sol baja, cambian la hora, empieza otra. Sueñas con la idea de irte para no volver, y luego, ¿qué?. Ah no, que no hay luegos, que ni te vas, dirás.

Es cómodo encender el móvil y ver dos teclas, derecha, e izquierda. Nueve números que llegan a ser dieciocho; ¿todo?, por capricho. Y las teclas se movían y el libro hablaba de la práctica de la poli como la búsqueda de uno mismo y de su doble. Y yo, cambiaba de página y de mano y me adentraba en otro poniéndote de protagonista: pues vaya mierda de artista. ¿Fans como esos? Mejor no. Ga, de derecha. Mia, de izquierda. Esperar a la novedad es una inocentada. Pero el libro, siempre tiene la razón cuando me habla de ti.

Mañana la Casa se Enciende y las dos ruedas van a abarcar el diámetro de la cabeza de Cibeles mientras enchufo sin jugar con enfoques. El mango, se vacía, pero no será hasta que llegue otro. Tú, no te mereces un mango. Yo, no soy de enfoques varios. Sino, finalmente, de ceros. ¿Deletrear? Cansar.