Mientras están en el Gurugú
Estamparse contra la puerta de tu bar mientras sirves copas hasta las tres de la mañana es más que gratificante. Que el Areia se cubra de Chills y de Outs mientras entramos y se te cae la copa con la mirada, da que pensar: a los veinticinco, dime, ¿qué dirán?. Terminar el documento y subir el volumen mientras pensamos en las aprobaciones del Estado. Mi portal de la red da los buenos días mientras espera con ironía, y yo me estampo contra tu puerta y siento el pinchazo de los pelos cortos. Hablamos de fotografías y me colocan en el pasillo central. La reina, se espera. El verde, se confunde. Las vallas, las tiramos, el agua, la saltamos. Las bodas de Alicante traspasan la frontera y el científico da al play. Cierro la puerta, por no molestar a los vecinos, ya sabes. Indago en el feminismo de la igualdad, y derrochamos crueldad, ya conoces. Pregunto en el curso, me das tu e-mail, desapareces de la comisión de la esquina, y se tiñe, todo, absolutamente todo, de naranja cuando vuelves a ella. De capucha negra y negro marcado, de altura concreta y ojos excitados. Me pongo el lanyard y te asomo la foto por el cuello mientras te digo que yo ya me iba del verde. El concierto cierra sus puertas delante del tupper del piso de enfrente. Y tú, sigues cometiendo faltas de ortografía. Y tú, sigues poniendo fotografías desconocidas y te subordinas a las medicinas. Vuelves a Grecia y vienes de ella. El parque natural se riega con el sol del verano, mientras marcamos con letras la fotografía del año, mientras la proyectamos delante de veinte personas hasta ahora desconocidas, mientras abordamos el verano y lo probamos. Mientras nos probamos.
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