No perdiste
Hay que ser guarro. Hay que ser jodidamente guarro para estar con una persona mientras te lías con otra, para liarte con una tercera en menos de dos semanas mientras juegas a tres bandas. Y pasar, luego, a cuatro. Y pasar, luego, a un barrido de memoria, a un borrado, a un ‘yo aquí no me he enterado’. Hay que ser cobarde, jodidamente cobarde, para no dar la cara en todo este tiempo y sumergirte en el egoísmo de un cuerpo distraído. Hay que ser jodidamente gilipollas, para tener los ojos cerrados hasta ese punto. Hay que ser jodidamente sucio, para hacer daño a todo trapo-sucio.
Hay que ser jodidamente buena persona, para seguir acercándote la mano. Para seguir dándote oportunidades, para haber mirado hacia otro lado y seguir manteniéndote la mirada. Y ahora, no pidas más. Y ahora, la que necesita un tiempo soy yo.
A la mierda el altruismo, dijiste.
A la mierda la simpatía.
Hay que ser gilipollas, para vendarte los ojos.
Hay que ser extremadamente lista, para pasar página como lo hiciste. Para confiar en ti misma, para hacer lo que quisiste. Para regirte por tus acciones buenas, para no hacer daño y cuidar el no hacerlo. Para cuidarte, para quererte, para reconciliarte contigo misma, para conocer, para avanzar, para aprender, para asimilar.
Hay que ser jodidamente inteligente, ardiente, fuerte, para ver la realidad tiempo más tarde, y quererte más que el adelante. Y quererte más que un tiempo antes. Y ya, no te duele. Hay que ser, jodidamente buena, para que sigas hablándole. Hay que ser, en definitiva, jodidamente valiente como sólo tú lo has sido.
Enhorabuena.
Y en efecto, te digo una cosa: tú, no perdiste.
Comentarios