Dónde

recital:
Lavapiés, Madrid
----------- 16 diciembre -----------

Un tón, un són

Los tres lunares para ti no existen. No sabes qué es eso. Prefieres restar uno, sumar uno, comer dos, ir de dos en dos, avanzar, retroceder, estallar. La sonrisa plasmada y los nervios alterados, que no son ni las doce y sigo mareado. La humedad durando hasta el día siguiente y despertando la emoción de una situación, de una, una posiblemente canción. Una canción esperando ser compuesta desde hace poco más de un año, que cuando menos te lo esperas, da la primera nota entre octogramas confusos, difusos, alterados, poco marcados. Una canción que cuando menos te lo esperas, aparece para dar un tón, un són, un corazón. Una galleta enfrentándose al cubo de basura de tapa naranja, unas obras que no estorban en la acera porque todo se vuelve insignificante cuando hablamos de este tipo de arte. Una esfera que gira con una sola dirección, que aprieta el botón, que previene la colisión. El chorro que se calla, la puerta que se abre, el Príncipe que reclama, la verja que sostiene, la perspectiva que encanta, el teatro que amanece, el jazz que poco menos, entorpece. El antes y el después. El querer es poder. Las seis horas y media de viento enternecedor, el paso sin condición. La salsa que se cuela, la mesa que precisamente no vuela. Las luces que adornan, el animal que ruge, las cañas de la barra, el brindis de las mesas, las dos sillas enfrentadas, la vergüenza algo olvidada. La timidez que asoma, la sonrisa que me toma. El colgar llamadas, el marcar las huellas. Una hacia arriba, otra hacia abajo. El cuero hecho en España, el dedo negro, la uña roja. Y se abre la agenda. Y se abre la carpeta. Y las semanas se asoman, y la ilusión no abandona. Esperando dos horas para explotar, pensando ahora en un posible quizás. En una sensación nunca sentida, que probablemente, haya aparecido ahora que te escribo. Ahora que concibo.

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