Verdaderas olimpiadas
¿Dónde se quedaron aquellas tardes? O mañanas, ya ni recuerdo lo que eran. ¿Dónde se quedaron aquellos días donde me tumbaba y no me levantaba de la cama más que para ir al baño y abrir la nevera?. El resto, el resto del día, era todo deportivo, eran jornadas deportivas. No mirábamos el reloj, sólo sustituíamos el salón por el comedor, el sofá por la cama, el colchón por la sin-condición. Olimpiadas. Llámalas cochinas, pero eran unas verdaderas olimpiadas, igual de cochinas que lo que tú te quieras imaginar al leer esta historia. No, no mires para otro lado. No había más preocupaciones que las de tener sed, hambre, o necesidades urinarias y otras no identificadas. Éramos felices, eras feliz. ¿Te acuerdas?.
¿Con quién compartiste la experiencia de no llamar nunca a esta puerta?.
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