Asientos
Y me mirabas como si yo tuviera los ojos llorosos, sentada en el asiento de enfrente, dos visiones, diferentes, misma dirección potencial, no real de realidad. ¿Hasta qué punto una lengua en la cadera? ¿Hasta qué punto dar importancia al paso? Te expresas con la velocidad, sobran las palabras, te asemejas a dos eles, no tienes los cojones de vibrar; priorizar otros, mirar fuera, volver para atrás,...jugar. Ni comunicación, ni claridad, sinceridad tardía que no llevará. Ni protección, ni cosa de dos, negro el color. Ni uno con uno, ni dos, sino uno, y uno. Tú, tu asiento, y yo, el mío.
Comentarios