Dos tres siete siete
Tan fácil como surquear y llamar. Descolgar el teléfono y plantarse en pleno Malasaña y llegar a Estocolmo. Mirar sin abrir el ojo, e intercambiar gestos para soltar remordimientos. Ponerse al día y compartir poesía, así de fácil, como soltar, y llamar, vestirse, y arreglar.
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