Tus canciones golpeando
Me traspasa tu voz cuando me cantas. Me pongo tu CD y me entorna la cabeza por no decir el alma. Exageración. Una voz que se expande por la familia, que gobierna la Nochebuena de los más enternecidos. Y mi oreja se mueve como la de un perro para distinguir tu tono con tu sonrisa.
Un sobre con los pantalones de mi primera actuación, aquellos que se rompieron, aquellos que dejaron dos heridas en la rodilla, y una en el hombro izquierdo.
Un aviso, me voy.
Una aceptación, por su parte.
Descubrir que no se ha quedado en el aire, que si se quiere, se puede. Y lo que es más, potencialmente, hay, y mucho.
Me pongo el maillot y tú ajustas la altura.
Y explotarme los oídos con tu voz diferente. Un dos de diciembre, con su uno, nueve, cuatro, y cinco.
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