Como si fuera la primera obra

Ha crecido. Ha invertido.

Invertir en cultura, invertir en el pulgar. Apostar, sentir, sonreír, vibrar. Cuarta fila, butaca trece. Como si fuera la primera obra de teatro a la que asiste en su vida, como si fuera la puerta amarilla que acaba de abrir: invertir en cuidar.

Y se abrocha el seguro. Lo agarra, bien fuerte. Hace cuentas, ¿qué cuesta? Nada, absolutamente nada, porque las cosas, cuando valen la pena, no tienen perfil económico alguno. Ni veinte euros, ni veintidós, ni dieciséis, ni dos. Nada. Hoy, ha crecido. Hoy, ha pagado. Hoy, ha crecido. Hoy, ha ganado. Hoy, sonríe.

22 horas, veinticuatro minutos, treinta y seis segundos.
Y esta noche, se ha encontrado consigo misma (y con Suecia).