La eslora

Segunda vez, segunda vez que me pasa.

En muy poco tiempo. Será que vuela y me llena. Será que me sorprende, que ocurre, que no se me escapa, sino que, lo que es más, me ata. Será que me sorprende, que me anima, que me recoge cuando me caigo, que me sonríe si amago. Que me llega dentro, que aquella profesora tenía razón. Que hay profundidad. Que la eslora del barco es lo suficientemente grande para que quepamos en ella. Y buceemos desde ella. Nos tiremos. Nos cojamos. Y nos abracemos.

Será que la sal pica cuando no es la misma que la tuya.

Una eslora,
desde la que buceemos, y nos abracemos.