Hoy, no hay horas
No hay horas, hoy no hay horas. Entre dos manillas y papeles, entre carpetas y agendas, tres tipos de sillas, sin ruedas y con electricidad, diferentes vistas, sensación interna que aprieta. Hoy, no hay horas. Más que para lo básico. Las necesidades básicas, y si me apuras, siquiera aquella gratificante. Porque las horas cansan. Lo sueltas, lo exprimes, llegas, lo aprovechas. Y te quedas con eso, con el aprovechamiento. A pecho.
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