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No puedo. No puedo irme a dormir así. Llámame desecho, llámame lo que quieras. Pégame. No me representes. Vuelvo a la red, vuelvo a las noticias. Y lloro. Por el asco que me das. Por la puta representación de tus cuatro ojitos derechos. Porque no soy capaz de quedarme indiferente ante tanta gente, ante tanta basura, ante tanto vídeo. Destrozo. De país. Destrozo. De gente. De pueblo. De respetos. De derechos. Insulto. A la dignidad. A los mínimos. Al Estado de Bienestar. Vergüenza. De tus cuatro porras. De tus cuatro palabras. De tu entrada en la estación. De tu imitación. De tu ida de cabeza. De tu ida de raciocinio. De tu ida de personalidad. Del ataque a lo público. De tu especulación. De tus puestos de trabajo vendidos con millones que se alimentan de bingos y su santa madre. De la falta de atención sanitaria. De las camas hospitalarias por los pasillos. Del despido. Del señor del bar de abajo. De la escuela de más de treinta alumnos. Del agobio por conseguir un trabajo, por estudiar, por ser uno más. El cierre de los ojos. El consumismo. Los borregos que se quedan tecleando y se chocan por la calle. Los que no gritan. Los que asienten. Los que asumen que "esto nos toca", "que es algo por lo que tenemos que pasar". Quédate con tu crisis. Y defiende al pueblo antes que a ti.