Enviar
No sé por qué vibra la silla al ton de mi respiración, de mi agitación, de mi pensamiento, de mi ilusión. O sí.
No sabes cuánto me alegro de no haber hecho caso a un instinto de rabia puntual, de que las mallas sigan en su sitio para ti, esperándote como el primer día del tren. Y una se emociona si abre la bolsa. La huele. Y aunque no huela físicamente, sí lo hace mentalmente. Tantas piedras. Tantas pisadas. Tantos días compartidos en una misma unión mental.
Y aunque no lo creas, yo también estoy allí.
Comentarios