De post-it morado
Siempre he encontrado en tu música algo caótico. Pero esa era la palabra. Y no sabía encontrarla. No sabía cómo desgranar la sensación, ni cómo apodarla, siquiera. Como las dos canciones repetidas, que ni siquiera limpias. Y me llegan los recuerdos de la llegada al aeropuerto, y me cambia la cara. O el correr por los pasillos de la nueva estación de mi casa de infancia. Un pasillo largo, bien largo, como lo que tú puedes significar para mí. Y me castigo con tus canciones, pero creo, que hasta que no eche todo fuera, ni vuelva a Berlín, esto se arregla. Tampoco es que sea ese el verbo. Porque aquí no hay nada que arreglar. Simplemente, aceptar, consagrar, y congeniar. Cada día soy más consciente de que siempre estarás ahí. Pero esta vez, es morado, y no negro. Pero esta vez, se escribe a eso de las siete y veintinueve de una mañana de lunes. Simplemente, aceptar, consagrar, y congeniar. Cada día soy más consciente de que siempre estarás ahí.
Qué bien ha estado. Qué bien estará.
Me imagino, quizás-
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