Como una ilusa, pensé que me hablarías también de amor
Y son las doce y treinta y dos de la noche, y la boca seca.
Sonó el móvil, no fuiste tú. Sonó el aviso de e.mail, no fuiste tú.
Y es que, después de negar, y llorar,
No queda más que aceptar.
Que no estás.
Que no estás.
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