De verdes gigantes
Y han pasado no más de cuatro minutos, y sigo tensa, nerviosa, con la sonrisa de pasajera puesta. Y tú, en algo menos de una hora, recibirás la llamada, o la conversación. Ajena a mi condición. Y yo, indirectamente, haré una revancha con un toque a tierras, también, ajenas. Y de repente, te cambia todo, te cambia la semana, te cambian las manualidades. Y hasta la cara.
E igualmente, sonríes. Y te planteas hasta qué punto mantener esto. Y tiemblas. Y aún así, sigues. Porque crees que merece la pena (de una, u otra manera). Pero tiemblas -eso no te lo quita nadie. Y cómo cambia todo el organigrama en dos segundos. En sus preferencias, en sus vanidades no precisas. Y cómo cambia todo según las pertenencias, los deseos, los sentimientos, los impulsos, y lo venidero.
Y algún día, ocurrirá.
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