Un mensaje de las 13.25h.
Quería parar cuando dos cuerpos se juntan.
Y no me gusta nada, pero nada, que no aparezcas, y cuando lo hagas, sea en nuestro día de España, y sueltes, y perviertas, y no guste. Y duela.
No me gusta nada, que hable del recuerdo viajado, del preciso momento estallado, y grabado, y tú no lo veas del mismo modo que lo puedan ver mis ojos.
Y sigues hablando, pero, yo, de momento, no te leo. Yo sigo, aquí, escribiendo.
Porque hoy, cuando he ido, no he caído en la fecha. Y aún así, inconscientemente, he pensado en la canción que ayer me habló de ti, he repetido la pulsera en mi bandera y en su muñeca, y al llegar a casa, y encender el ordenador, la esquina derecha me ha chivado, muy a propósito y con intención marcada, la fecha:
Diecisiete.
Y sin Madrid.
Y sin ti.
Y ahora, podemos seguir hablando.
Con su primer arcadas (¿impulso excesivo? ¿futuro arrepentimiento?).
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