A las tres y cuarenta y cuatro de Madrid

Podría, o no, haber cogido los carnets de las bibliotecas.

Podría, o no, petarme los oídos una y otra vez con esas canciones. Ponerle nombre a cada letra.

Llorar cuando escucho una canción: preciosa.

Podría, tal vez, pasar tan rápido de una a otra, que ni me enterara de qué cara poner a quién. 

Podría, no haber pensando en ti al coger ese posa-vasos de la frontera francobelga.

Podría, no pensar en ti cada vez que me levanto.

Y gritar a los cuatro santos que por qué coño llevo soñando contigo tres días seguidos.

Podría, no desearte tanto,

y sin embargo,

lo hago.

Y lo lucho.

Y quiero.

Y hago.