En la barra de la flaca
¿Sabes?
Yo también sueño con ese día, donde, como ella, vuelvas, acortes los kilómetros, y me saques de la buhardilla con orgasmos sinceros.
Que repitamos.
Que compartamos, de nuevo, fluorescentes en las sábanas.
Que nos tapemos los ojos, con uno y otro beso.
Pero, ayer, me dijeron que es mejor no ponerse expectativas.
Porque, quizás, no ocurran.
Y bueno, también tiene algo de cierto.
Cuando los 3.680 / 2377 kilómetros,
se muerdan la cola,
y nos mordamos la boca.
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