Viernes de carnaval y entregas
Y me he quedado como una gilipollas, en el rellano, viendo sólo la mitad de tu cuerpo
abriendo el ascensor.
Qué bonitas maneras de vestir.
Lo que deseaba con dieciséis años, ¿sabes?
Ya sabes, tonterías de adolescente.
Y he ido a la cocina, he cogido nuestra careta y gorro de carnaval,
y lo he dejado sobre la esquina de la mesa. En alto. Como nuestros proyectos. Bien arriba.
Para que me motiven.
Y me he sentado, he abierto la sesión,
y me he metido como un leopardo keniata en el blog.
Y te escribo. Necesitaba escribirte,
a ti, por ser tan jodidamente capullo.
Gracias,
capullo.
Gracias.
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