Después de dos días
Vamos a ver una película tú y yo, donde apenas exista la voz y la condición. Una taza fría en el Templo de Debod, tensando el cuerpo de palabras de admisión.
No me gusta el nuevo ritmo. Quizás haya sido una mala e irreal costumbre. Costumbre que me gustaba. Ha pasado. Esta noche se presenta vacía. Me apetecen otras cosas. Me apeteces tú y tu alegría inesperada. Tus rayas de pirata. Me apetece una bolsa de patatas y luces. Buscar otra mirada. De la ciudad. De tu cara. Que no haya nada.
Salgo del cuarto, y se escribe en el espejo.
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