El aprendizaje de una veintena
A los veintiún años te das cuenta de que la vida, y las personas, no son un paraíso.
Y te lo confirma tu madre.
A los veintidós años te vas con un par de ovarios de tu país por un periodo largo, y agua fresquita que no veas.
A los veintitrés años, a base de hostias como siempre, te confirman que el ser humano es el ser más malo y peligroso de la tierra, más que los animales.
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