Segunda última guardia II
Sólo quiero que pasen las horas para que lleguen las diez y media de la mañana, y te oiga, aunque duela lo que vaya a oír, y te oiga.
Te escuche.
Note tu voz.
Y se me tranquilice el alma.
Te escuche.
Note tu voz.
Y se me tranquilice el alma.
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