A las ocho y veintiuno del día siete
Llorar de alegría.
Llorar por haberlo pasado.
Llorar por haberlo luchado.
Y haberlo conseguido.
Llorar por sentir mil rocas menos a la espalda.
Llorar porque el siguiente libro va a empezar.
La nueva página.
La nueva historia,
llega.
Y haberlo conseguido.
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